Para lograr una auténtica desacarbonización de la isla de Tenerife en los próximos años debemos, en primer lugar, deshacernos de la influencia de grandes empresas de la energía que, como no puede ser de otra manera, priorizan la obtención de sustanciosos beneficios económicos sobre cualquier otra cuestión, sea esta de carácter social o ambiental. Solo así se podrá debatir y tomar las decisiones correctas para garantizar un futuro energético de la isla realmente renovable y sostenible
Por sus características, la isla de Tenerife podría convertirse en un laboratorio donde aplicar las últimas tecnologías en desarrollo y convertirse en un modelo a seguir en la rápida implantación de nuevas formas de obtener la energía que se necesita, logrando así una transición energética real que suprima nuestra dependencia exterior y nos permita un considerable ahorro económico a medio y largo plazo, al tiempo que cumplimos con todos los requerimientos internacionales en la lucha global contra el calentamiento del planeta.
Expondré en sucesivas entregas, algunas medidas que desde mi punto de vista habría que poner en marcha para conseguir con éxito los objetivos enunciados:
1.- LAS AZOTEAS COMO FACHADAS SOLARES
Apostar decididamente por el sol como fuente primaria de energía, lo que supone concentrar las inversiones públicas y privadas en superficies fotovoltaicas incorporadas a las edificaciones existentes. Para ello, resulta imprescindible que el Gobierno de Canarias establezca las condiciones legales que permita el aprovechamiento energético de cualquier inmueble y, paralelamente, prohibir o limitar dichas instalaciones en suelo rústico.
Los planeamientos urbanísticos municipales deberán, en un plazo razonable, adecuarse a la nueva normativa que se referirá básicamente a:
- Permitir el correspondiente aumento de volumen de los edificios o conjunto de ellos, con la única finalidad de obtener la máxima superficie y rendimiento energético.
- Regular las condiciones y usos de los nuevos espacios resultantes bajo las superficies solares óptimas obtenidas.
- Regular las condiciones que deben reunir las instalaciones destinadas al almacenamiento de la energía obtenida por el edificio o conjuntos de ellos, así como para la generación indirecta de la electricidad a consumir.
- Reorganizar la disposición y tipologías edificatorias de las nuevas edificaciones permitidas por el planeamiento urbano, de manera que se ajusten a los condicionantes de orientación, pendientes, sombras, etc. que exige las superficies fotovoltaicas.
Con esta iniciativa se pondría en marcha una actividad económica amplia y considerable, que implicaría a múltiples profesionales y pequeñas empresas, fundamentalmente ligadas a la construcción y a la fabricación e instalación de placas fotovoltaicas, dando respuesta al mismo tiempo a otras demandas, como pueden ser la vivienda, los huertos urbanos, etc. Se aprovechan las infraestructuras y servicios urbanos sin necesidad de ocupar nuevo suelo y además, existe retorno a medio plazo de la inversión realizada.