El edificio del antiguo Hospital de los Desamparados, ubicado en el tramo final del Barranco de Santos constituye, conjuntamente con la Iglesia de la Concepción al otro lado del barranco, seguramente el escenario urbano más emblemático y monumental de la ciudad de Santa Cruz de Tenerife. En 1985, el inmueble de estilo neoclásico se declaró Bien de Interés Cultural (BIC).
Su conversión en el principal museo de la isla de Tenerife se produjo a principios de los 90. El proyecto seleccionado respetaba los estrictos condicionantes legales y le transfería al edificio un aire contemporáneo en una intervención arquitectónica integral. Al mismo tiempo, los proyectos museístico y museográfico contemplaban exigencias de recorrido e instalaciones complejas que requirieron de equipos especializados.
Vista del edificio histórico, con planta simétrica, galerías y recintos distribuidos entorno a dos patios. Vista de la nueva claraboya de iluminación del cuerpo central.
Sin embargo, desde el primer día que visité el edificio, cuyo ambiente aún rememoraba su antigua función sanitaria, supe que el principal reto como arquitecto consistiría en encontrar la forma sencilla y económica para lograr que la potente y perenne luz de ésta ciudad pudiera penetrar lo más posible en los recintos interiores del edificio.
Para lograrlo, se introdujo un potente espacio central, un vacío que recorre toda la altura posible hasta el lucernario, y que contiene la entrada principal al museo, sus comunicaciones verticales y los servicios para el público.
El inmueble histórico posee una planta rígida y simétrica, con espacios idénticos que dificultan la orientación en su interior, por lo que resultaba muy útil el vacío propuesto, que además rompía ligeramente la estricta simetría mediante un ascensor de escasa presencia y tramos diferenciados de la escalera.
Al mismo tiempo, el recorrido único buscado para los usuarios del museo, resultaba viable liberando de cualquier obstáculo el cuerpo central de la planta baja, lo que permitió mejorar considerablemente su distribución y acceso a otras dotaciones de este importante equipamiento insular
El drástico cambio del ambiente interior se logró mediante la demolición de una sola pared (donde apoyaba la escalera) y tres pequeños tramos sucesivos de forjado, que permitieron conservar intacta la distribución tipológica del edificio.
Otro objetivo principal en la actuación llevada a cabo, fue la búsqueda de la transparencia y las perspectivas interiores allí donde resultara posible.
Por exigencias de estilo y presentación expositiva, los espacios destinados a tal fin poseen un ambiente cálido y generalmente ensombrecido, reforzando la calidez buscada con el empleo de maderas en pisos y techos, en un recorrido que resulta ameno y que logra mantener la atención y expectación del visitante.
El edificio del antiguo Hospital de los Desamparados carecía de las techumbres y pisos originales, manteniendo intactos sus muros y la rítmica distribución de sus huecos de puertas, ventanas y ventanillos.
El único elemento común a todos ellos es su ligera inclinación del dintel y las paredes que lo definían, lo que se empleó como criterio de diseño en todas las actuaciones realizadas y todos los elementos que constituyen la intervención completa: pisos, techos, paredes, despiece de pavimento, barandillas y otros elementos.
Recreación caleidoscópica de la fachada interior de los patios, con columnas metálicas en todo su perímetro y pavimento de la galería acristalada.