Debo reconocer que nunca compartí la posibilidad de la práctica del aborto como un método anticonceptivo más, ya que resultaría una clara evidencia de la decadencia y fracaso de la sociedad. En este sentido, entiendo que una mujer, antes y durante una relación sexual con un varón, conoce perfectamente las posibles consecuencias de no adoptar -ella o él- medidas preventivas que eviten el embarazo, lo que constituye una decisión y una responsabilidad que le corresponde exclusivamente a ella.
Existen en el “mercado” múltiples sistemas para la mujer y el hombre, que tienen por finalidad impedir un embarazo no deseado, por lo que entiendo que estos sistemas deben suministrarse gratuitamente a la población, eliminando el posible pretexto de su alto costo o dificultad de acceso.
Igualmente, todos los niños deben recibir la información necesaria para que puedan ser consecuentes con sus actos y asumir las responsabilidad de lo mismos, evitando el posible pretexto de esa falta de formación o acceso a la información, que deben ser suministrada fundamentalmente por la familia, pero también en el entorno escolar.
No obstante, existen casos donde resulta necesario la interrupción del embarazo por la excepcionalidad de su origen o por motivos de salud. Me refiero a violaciones, forzamientos y abusos contra la voluntad de la mujer, problemas en el normal desarrollo del nuevo ser o peligros para la salud de la madre, etc. que deben estar acordados y definidos en las Leyes.
En cualquier caso, resulta necesario encontrar un punto inequívoco que defina el inicio de la vida un ser humano, estableciendo el límite temporal admisible para que se produzca tal interrupción en la gestación sin que genere, o al menos que reduzca, las contradicciones éticas que comprensiblemente se puedan dar en gran parte de la sociedad.
Abortar es dar por finalizado antes de tiempo el proceso natural de creación de un ser humano. Dicho proceso se inicia en el momento de la fecundación, aunque durante los primeros días de la formación del ser humano, éste aún carece de todas aquellas características y cualidades que los definen como tal.
Por tanto, no debe considerarse como aborto el realizar una “limpia celular” en los primeros 10 días desde la fecundación, ya que en esa primera fase solo existen un conjunto de células que se adhieren a la pared del útero. Cualquier mujer debería tener acceso gratuito e inmediato a un servicio que realice dicha limpia celular.
A partir de esos primeros 10 días, comienza el desarrollo del embrión, culminando a los 90 días, que alcanza la condición de feto, al poseer tras ese periodo de 3 meses o 12 semanas desde la fecundación, la conformación propia de la especie humana.
EL INICIO DE LA VIDA HUMANA
Pienso que debemos reconocer que aún no disponemos de los conocimientos suficientes para establecer con certeza el inicio de la vida humana, entendida no como un conglomerado de órganos organizados que surgen de la madre para ir adquiriendo personalidad individual con el tiempo, sino como una estructura de órganos que ya posee una fase de desarrollo personal incorporado en el momento de su nacimiento, acompañado posiblemente de otros aspectos aún desconocidos por el hombre de hoy.
Considerando que el corazón es el principal órgano del cuerpo que se forma y entra en funcionamiento, ya que resulta imprescindible para oxigenar y nutrir al embrión, mi inquietud y dudas se reducen considerablemente cuando pienso que es con su primer latido cuando comienza realmente la vida de una persona, convirtiéndose en el límite ético de una posible interrupción voluntaria.
En un reciente trabajo de investigación de científicos especializados en el estudio de los embriones, determinaron que el primer latido de un feto humano en formación se produce a los 16 días tras la fecundación y no a los 21 días como se pensaba hasta ahora.
Además, existe una norma interna entre los investigadores en el campo de la embriología, de limitar a 14 días la posibilidad de ensayos con embriones humanos, ya que existe un amplio consenso de que es a partir de las 2 semanas desde la fecundación, cuando se puede hablar con seguridad de la existencia de un ser humano como individuo único especifico, al contener el embrión todo lo necesario para iniciar la fase de desarrollo que culminará a los 9 meses en el nacimiento de un ser humano completo.