En los años 90 tuve el gran honor de asumir la redacción y dirección de las tan esperadas obras de Restauración de la conocida Casa de Anchieta, situada en la emblemática Plaza del Adelantado, en la que fue primera Capital de Tenerife, la ciudad de San Cristóbal de La Laguna. Con tal motivo, pude profundizar en el conocimiento de las inmensas capacidades y cualidades humanas de Anchieta, sus años en La Laguna, su estancia en Portugal y posteriormente en el continente sudamericano, por aquel entonces, en pleno descubrimiento y conquista por parte de los europeos.
Sin embargo, todo ese conocimiento a través de la literatura y exposiciones, constituía un escaso porcentaje de la grandeza de este lagunero universal ya que, con motivo de la presentación en Sao Paulo del Proyecto de Restauración de la Casa de Anchieta durante los importantes actos conmemorativos del 400 aniversario de su fallecimiento, pude conocer realmente la gran envergadura de su figura y su obra. La contemplación de su imagen en la principal plaza de la ciudad, el recorrido por el Museo de Anchieta y la visita a la Ermita de San Miguel, donde ofrecí la explicación del proyecto a un nutrido y entusiasta público, son algunos de los imborrables recuerdos de aquella visita a Brasil.
A mi vuelta a La Laguna, elaboré inmediatamente un anteproyecto museístico para la Casa Anchieta en base a las características de su inmenso legado, ubicando en las diferentes dependencias de la casa, las etapas de su vida y muestras de su obra: dignidad de los indígenas, mezcla de músicas europeas y nativas, lengua, poesía, arquitectura, entre otras muchas.
Durante el desarrollo de las obras de restauración de la Casa de Anchieta, descubrimos arcos de piedra semienterrados, una red de canalizaciones de agua, varios aljibes de gran capacidad. El principal de ellos estaba destinado en el proyecto a Capilla dedicada a la figura del Padre Anchieta, con acceso desde la plaza posterior de la casa. Recordemos que por aquel entonces aún se necesitaba un milagro para lograr su santidad y, con motivo de la donación de una reliquia de Anchieta a la ciudad, parecía el lugar más adecuado para su ubicación.
Igualmente se descubrieron antiguos muros, pilares originales embebidos en sus paredes, diversidad de materiales que, en conjunto, explicaban perfectamente la evolución tipológica de este importante inmueble histórico.
La intervención supuso también el descubrimiento de una antigua galería que se recuperó, al igual que el resto de elementos de la construcción que aún se conservaban. Como no podía ser de otra manera, los nuevos elementos incorporados para el correcto funcionamiento del futuro Museo, respondían a criterios y diseños actuales, como son la escalera trasera, la baranda del primer tramo de la escalera principal o las zapatas de apoyo de las galerías perimetrales, por poner algunos ejemplos. Quedó para una segunda fase, la recuperación para la Casa-Museo de Anchieta, del espacio trasero que actualmente está destinado a plaza con poco uso y donde se contemplaba la incorporación del necesario ascensor.
Tristemente, una vez finalizada la restauración de la Casa de Anchieta, nunca se le dio uso, salvo para alojar unos meses al Obispo tras el desgraciado incendio que arrasó el inmueble de la calle San Agustín, pero conservo las imágenes que ahora ofrezco y que fueron obtenidas el día que finalizaron las obras de restauración. Con motivo de las obras de reintervención en la Casa de Anchieta, iniciadas recientemente, quiero recordar de nuevo a la persona más importante que dio a luz nuestra querida ciudad de Aguere.