A principios de la década de los 90, el Ayuntamiento de La Laguna decidió acometer la obra de restauración y ampliación de uno de sus edificios históricos más emblemáticos, pieza fundamental del Conjunto Histórico hoy declarado Patrimonio de la Humanidad. Se trata del Monumento Histórico Nacional denominado “Casa de los Capitanes Generales” o también “Casa de Alvarado Bracamonte», Capitán General de Tenerife que la edificó en 1631. Tal declaración del Ministerio de Cultura se produjo en 1981.
El inmueble histórico se adquiere en 1976 y en 1987 se crea la Delegación de Patrimonio Histórico-Artístico del Excmo. Ayuntamiento de San Cristóbal de La Laguna, primera oficina municipal de Canarias dedicada a la gestión integral del Patrimonio Histórico, que ocupó las dependencias de la casa y que hoy alojan la Alcaldía y sus servicios complementarios. Paralelamente, se pone en marcha la que sería la primera Escuela Taller de España dedicada a la restauración del Patrimonio Histórico del Municipio que, entre otras actuaciones previas a la intervención en la Casa de los Capitanes, llevó a cabo con éxito la restauración de la Ermita de San Roque y su entorno, así como de la Ermita de San Benito, todo ello bajo la dirección de los técnicos municipales.
Tras un primer proyecto de intervención, rechazado por la Comisión Nacional Conmemorativa del Quinto Centenario del Descubrimiento de América, que financiaba las obras de restauración, se redactó un segundo proyecto por parte de los técnicos municipales, que logró finalmente la aprobación y financiación de las obras. En el momento de iniciar las obras de restauración y ampliación, el inmueble se encontraba en un estado deplorable de abandono, presentando peligro de desplome en algunos de sus elementos originales, como la galería lateral del patio interior, o también parte del muro de la fachada a la calle Viana.
Entre otras intervenciones de estricta recuperación de elementos originales, se planteó la ampliación de la casa siguiendo el modelo tipológico tradicional de las casas canarias, esto es, volúmenes distribuidos entorno a un patio central y con un diseño y concepción espacial totalmente contemporáneos, según los criterios vigentes de intervención, lo que no impedía que tanto los materiales, las técnicas constructivas, configuración de huecos y carpinterías, así como los colores tradicionales, pudieran tener una continuación en la nueva edificación.
La ampliación se planteó como un ejercicio de integración de lo viejo con lo nuevo, respetando en todo momento los elementos originales y resaltando al mismo tiempo su presencia, tanto en el exterior como en el interior de la casa.