El planeta Tierra y todos los seres que habitan en su superficie, experimentan en estos tiempos cambios profundos, posiblemente motivados por la evolución natural de la vida en el cosmos. Por la observación directa de la realidad, deducimos que todo tiene un inicio y un final, con una fase de crecimiento y otra de deterioro, adquiriendo progresivamente conocimiento y aprendizaje entre ambos puntos del tiempo. El ser humano actual se encuentra en un punto de la historia donde parece inevitable la necesidad de elegir entre un futuro u otro. Con carácter general, se vislumbra dos líneas profundamente contradictorias de un futuro posible para la civilización en la Tierra.
Por una parte, la línea nanotecnológica, que se iniciará con la implantación masiva de Quinta Generación de tecnología 5G, cuyo destino no puede ser otro que el control absoluto de la realidad, que se podrá fabricar y donde el ser humano se codifica y cosifica hasta no diferenciarse de una lavadora, por poner un ejemplo.
Por otra parte, la línea que resulta más acorde con la evolución natural de la vida y que permitiría a la humanidad crecer hacia un nivel superior en el entendimiento de la realidad, adentrándose en la Quinta Dimensión 5D, es la que traería consigo una civilización que progresivamente va aprendiendo a vivir en el planeta de una manera más armoniosa.
Lo cierto es que la tecnología que realmente esta modificando nuestros cerebros a largo plazo, es la relacionada con la astronomía, que nos presenta imágenes de la realidad a una escala muy superior que nos permiten avanzar en el entendimiento de nuestra escala y situación real en el cosmos al tiempo que descubrimos la necesidad ineludible de actuar para no degradar aún más las condiciones ambientales del planeta que permiten la vida sobre su limitada superficie y espesor. Todo ello conlleva cambios profundos en las prioridades y modos de vida de la civilización actual.